jueves, 30 de agosto de 2007

PAUSA

El martes retomo ritmo pretendidamente habitual. Cuestiones domésticas me distraen.
Mientras seguimos mirando...

viernes, 17 de agosto de 2007

Viernes

Uno tiene días de miércoles, días de domingo, y días de viernes…
Los viernes distienden las mandíbulas, y uno se dispone a posponer los avatares más pesados hasta el lunes (o el martes si hay feriado…)
Y piensa que vienen dias de descanso, para leer un libro más tranquilo, para elegir esa película que no alcanzaste a ver en el cine, para visitar esos amigos que te echan en cara tu abúlica haraganería invernal…
Pero lo que pensaste preludio de jornada tranquila, empieza a tensarte en la lectura de los diarios y las imágenes del noticiero de TN –ni qué hablar de Crónica Tv-, y todo amenaza la absoluta impunidad/inmunidad que imaginabas para tu fin de semana…
Las imágenes del sismo de Perú y la culpa de vivir en medio de la pampa húmeda, lejos de rios inundables y cataclismos por ahora, Carrascosa otra vez en libertad y la sensación de no entender nada más del culebrón del country –argucias procesales y habeas corpus mediante-, Ochoa preso –y la misma sensación de no entender nada-, la valija venezolana dando vueltas y la Miceli con nueva denuncia en su placard.
El gobernador en mi ciudad, saludando al Libertador de la Patria que no sabe si sentirse celebrado el 17 en dia hábil laborable o el 20 en su feriado-fin-de-semana-largo.
Y el diario local, de mi venado ciego a veces, trayendo la última solicitada acusatoria en tiempos de elecciones y la novedosa idea de una tarjeta que con el nombre de Evita promete mil pesos si el candidato emisor (ergo banco, financiera) llega a la Intendencia.
Cosas vederes Sancho que no crederes…
Así no hay descanso que valga.

sábado, 11 de agosto de 2007

Moratorias


En nuestra relación cotidiana con el Estado en cualquiera de sus formas, siempre hay alguna moratoria vigente o en estudio por otorgarse...
Los ciudadanos podemos cancelar nuestras deudas con el estado incluso con algún descuento.
Moratoria, según el diccionario, es el plazo que se otorga para solventar una deuda vencida.
Usted tiene una deuda con el Estado? No pudo pagar el DRI, la tasa, el mejorado, el impuesto inmobiliario, ingresos brutos? El Estado da plazos, condona intereses, ofrece quitas.
Ahora bien, el Estado tiene deudas con usted?
Sin ser de esos proveedores que ya no pueden soñar viejos sueños de caliza o empresas privatizadas a la espera de un subsidio o tercerizadas porque sí, y más allá de plantón y plantones presupuestarios, pensemos en nosotros como acreedores, eso sí, sin demasiada documentación respaldatoria de nuestra acreencia.
Porque es acreencia de los barrios tener sus calles limpias y acreencia ciudadana tener una plaza linda en el centro y plazas lindas en los barrios.
Es nuestra acreencia la transparencia en la gestión publica y la idoneidad como requisito en la función. Acreencia cada uno de nuestros derechos enumerados o implícitos...
Pero cómo acreditar esta deuda sin siquiera un par de apuntes en una vieja libreta de almacén?
El Estado, nacional, provincial, o municipal, nos concede de vez en cuando, graciosamente un plazo adicional para nuestras deudas vencidas...
Pero yo no tengo ganas de conceder graciosamente nada, de pasar a moratoria las deudas que el Estado aún tiene conmigo, mis hijos y los hijos ajenos...
Esas deudas que tiene con nosotros cuando no se deciden corajudamente a distribuir riquezas con justicia, ni justicia...
Las deudas que tiene con tanto paisano nuestro, devenido pescador de pejerreyes en la pampa inundada.
Deudas con los jóvenes desocupados, las escuelas públicas, y los jubilados.
Las deudas de cuando se devalúa la palabra o cuando se promete como un requisito de campaña electoral para verse luego liberado impunemente de no cumplir.
Deudas del estado cuando la luz y el gas son caros, cuando faltan semáforos, cuando nadie nos cuida ni el bolsillo ni la vida.
Deudas que contrae cotidianamente cuando a vos te niega cobertura médica y a tus abuelos la dignidad.
Estado deudor cuando evade delegando en manos de cuanta ONG o particular haya, las funciones que legítimamente le competen.
Estado que se endeuda y decreta su propio estado de emergencia para blanqueo de sus compromisos.
Hablamos de las deudas sociales no pasibles de moratoria.
Estado no siempre acreedor nuestro. Estado deudor.
Confiados en el pago, no decretamos moratoria.

martes, 7 de agosto de 2007

A propósito de los excesos...


Te escuché toda la semana. Escuché las mismas palabras, la misma entonación en la voz, el mismo gesto intransigente: mano dura, paredón, pobres, muerte, picana, venganza, represión, parias, sucios, escoria...
Sólo quiero decirte –si querés escuchar- que mucho antes que decidieras que es legítimo llevar al extremo la defensa de lo tuyo, este caos de hoy estaba previsto.
La maquinaria de exclusión puesta en funcionamiento desde hace años ha pulido con delectación de artista tu discurso, te ha obligado a repetir lo que quiere.
Sino, no se explica que vos, un tipo que va a misa de vez en cuando, manda a sus hijos a colegios religiosos, y condena tajante la muerte de un no nacido, termine justificando matar un ya nacido, sin preguntarse siquiera qué manchas le salpicaron la inocencia.
Que un tipo como vos, solidario con la cooperadora de la escuela y el club del barrio, que sabe del valor de la inclusión, del contundente privilegio de pertenecer, pida encierro, paredón y muerte para los que no pertenecen a ningún lugar...
Tu discurso no es inocente. A alguien le sirve esta clase media irracional e irreflexiva, Cuando gritaste “que se vayan todos” pusiste en jaque la idea de la representatividad, cuando gritaste “que se mueran todos” empezaste a romper la idea de comunidad.
No aceptes que el Estado, indolente o perverso, te delegue su obligación de administrar justicia. No dejes que las privatice.
En las últimas décadas, el sistema excluyó, empobreció, marginó y hoy a la vista de las consecuencias, perversamente, no se hace cargo. No está dispuesto a encarar el camino inverso, y cual si fuese una empresa deficitaria, pretende “privatizar” el control social, el monopolio de la fuerza. Y ahí estas vos. Para hacerte cargo, ocupar su lugar, arriesgarte a cometer el exceso. Todo te persuade de que ya nada puede hacerse. Y ahora te toca a vos. Y de victima te haces victimario.
Y te excedes, violento, incorporada en tu cabeza la idea de que “hay gente que no merece vivir” y caes en la tentación de ser un dios dueño de la vida y de la muerte.
Y vas a estar solo. Porque las consecuencias serán tu responsabilidad. Nadie va a achacarle culpa a las ideas de inequidad, intolerancia, impunidad, a la inutilidad del fracaso que venís escuchando.
Pensalo. Quizás a tu discurso de justicia por mano propia la advertencia le incomode. Quizás sea tarde.