
"Alrededores de Sevilla, invierno de 1936: se acercan las elecciones españolas.
Anda un señor recorriendo sus tierras, cuando un andrajoso se le cruza en el camino.
Sin bajarse del caballo, el señor lo llama y le pone en la mano una moneda y una lista electoral.
El hombre deja caer las dos, la moneda y la lista, y dándole la espalda dice:
- En mi hambre, mando yo." (Espejos, Eduardo Galeano)
Pensé en la tercera acepción de la palabra hambre, aquella que el Diccionario de la Real Academia señala como "apetito o deseo ardiente de algo"...
Y en medio de la campaña electoral me pregunté por mi hambre. Por mis apetitos y mis deseos más movilizantes.
Y fui ese hombre.
En mi hambre, mando yo.